Mundialmente famoso gracias a Hemingway («Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita»), lleva funcionando desde 1.817, en que abrió sus puertas con otro nombre, «La Piña de Plata» y así hasta que en 1.918 lo compra un emigrante catalán, que llevaba unos años trabajando allí, Constante Ribalaigua, y aunque el no inventó el daiquirí si le dio la popularidad, con su fórmula de hielo frappé, mezclado en una batidora con onza y media de ron blanco, una cucharadita de azúcar, cinco gotas de marrasquino y el zumo de medio limón, servido en una copa de boca ancha helada.