Francia
Un viaje por la Costa Azul
Un viaje por la Costa Azul
Un viaje por la Costa Azul
En un viaje por la Costa Azul os vamos a presentar una de las zonas más bellas de Francia, que recibe a turistas desde el siglo XIX y que hoy en día se asocia con el lujo y los famosos.
La Costa Azul francesa (Côte d’Azur), también conocida como la Riviera Francesa, es un destino turístico muy popular durante todo el año debido a su clima mediterráneo y sus hermosos paisajes.
Cómo visitar la Costa Azul
Aunque con excursiones y viajes organizados puedes conocer y visitar la Costa Azul perfectamente, un viaje por la Costa Azul no es lo mismo si lo haces con un coche, ya que es un lugar con un montón de lugares y rincones que descubrir y el coche te da ese plus, que hará de tu viaje por la Costa Azul un viaje más completo.
Para nuestros viajes a la Costa Azul hemos elegido el coche de alquiler como medio para movernos, la última vez lo hemos reservado con Booking; con la compañía Avis (270 €/ 4 días, precios año 2.022) y muy satisfechos del precio y de las garantías. El coche que nos dieron fue un Citroen C3, con el cual hicimos todo el recorrido, durante 4 días de los 6 que empleamos en la visita, ya que el primer y el último día lo dedicamos a Niza en exclusiva.
Cuándo visitar la Costa Azul
La Costa Azul es un destino popular durante todo el año, ya que ofrece diferentes atractivos en cada estación. Aquí os proponesmo algunas consideraciones a tener en cuenta para elegir cuándo visitar la Costa Azul:
La temporada alta es en verano (junio a agosto): En temporada alta la Costa Azul, con temperaturas cálidas y días soleados, es el momento perfecto para disfrutar de las playas, actividades acuáticas y festivales culturales que se llevan a cabo durante esta época. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los destinos pueden estar más concurridos y los precios pueden ser más altos.
Aunque en la primavera (marzo a mayo) y el otoño (septiembre a octubre) la Costa Azul sigue ofreciendo un clima agradable y temperaturas suaves. Es un buen momento para explorar los encantadores pueblos costeros, realizar caminatas por la naturaleza y visitar lugares turísticos sin la multitud de la temporada alta.
Además, la Costa Azul cuenta con numerosos eventos y festivales a lo largo del año, como el Festival de Cannes en mayo, el Gran Premio de Mónaco en mayo, el Festival de Jazz de Niza en julio y el Festival de Menton en febrero.
En resumen, la Costa Azul puede visitarse durante todo el año, dependiendo de tus preferencias personales. Si disfrutas de un clima cálido y la animación de las playas, el verano es ideal. Si prefieres temperaturas más suaves y menos multitudes, la primavera y el otoño son buenas opciones. Incluso en invierno, hay actividades interesantes disponibles y precios más asequibles.
Que visitar en un viaje por la Costa Azul
La Costa Azul, es una hermosa región ubicada en el sureste de Francia, conocida por sus impresionantes paisajes costeros, playas, ciudades elegantes y animada vida nocturna. Aquí te presentamos algunas sugerencias sobre qué lugares visitar en un viaje por la Costa Azul: Niza, Mónaco, Menton, Antibes, Cannes, Saint-Tropez, Aix-en-Provence, Grasse, Éze, Villafranche-sur-mer,…. por lo que es recomendable planificar muy bien un viaje por la Costa Azul, ya que la lista de pueblos y lugares es muy extensa, y hay algunos que son imprescindibles, con esta entrada esperamos poder ayudaros a planificar ese recorrido.
Al final de esta entrada os dejamos un mapa del viaje que hicimos por la Costa Azul.
Un viaje por la Costa Azul, cómo llegar
Empezamos nuestro viaje con la llegada a Niza, punto de partida que elegimos para un viaje por la Costa Azul. Niza es una ciudad en la que nos alojamos cuatro noches, de las cuales dos fueron al principio del viaje y dos al final, después de pasar, en medio, dos noches en Aix-en-Provence.
A Niza se puede llegar de tres maneras distintas:
a) Si viajas en tu propio coche, aquí va a depender desde donde viajes, por ejemplo, si viajas desde Madrid, por la ruta más directa hay 1.223 kilómetros y casi 13 horas de viaje; si lo haces desde Barcelona hay unos 663 kilómetros y sobre 6 horas y media.
b) Una segunda opción es en tren, como hemos llegado nosotros esta última vez, veníamos de París, salimos de la Gare de Lyon y después de un viaje de unas 5 horas y 36 minutos, llegamos a la estación de Nice-Ville. Para consultar precios actualizados consultar la web de la SNCF.
c) Y la tercera, en avión, en Niza se encuentra el aeropuerto de Niza-Costa Azul, es el tercer aeropuerto más importante de Francia y se encuentra a unos 7 kilómetros de la ciudad. Fue el lugar desde donde regresamos de nuestro viaje, con Iberia, desde la Terminal 1, donde nos dejó el bus nº 12, en un trayecto de aproximadamente media hora desde la parada que hay junto a la Catedral , por 1,50 €. Para ver precios actualizados y recorridos consultar la web de Lignes d’Azur. Un taxi, año 2.022, se iba por encima de los 30 €, de día.
Un viaje por la Costa Azul, dónde alojarse
Como os comentábamos más arriba, dividimos el viaje, de 6 noches de alojamiento, en tres estancias: dos noches de alojamiento en Niza, al principio; luego, dos noches en Aix-en-Provence y para finalizar otras dos noches, de nuevo, en Niza, en distinto hotel. Descartamos para alojarnos, era agosto y plena temporada alta, Cannes y Saint-Tropez, por los precios de los alojamientos.
Una vez que llegamos a la estación de Niza pusimos rumbo al hotel, en este caso elegimos el Hotel Nice Excelsior, un hotel situado muy cerca de la estación de trenes y a menos de un cuarto de hora de la Plaza Massena, el centro de Niza y a unos 950 metros del famoso paseo Promenade des Anglais.
El Nice Excelsior Centre Ville ofrece una recepción abierta las 24 horas, WiFi gratuita y un jardín tranquilo con un bar de verano Un hotel de cuatro estrellas con buen servicio y con un buen desayuno. Para ver precios actualizados consultar su web.
En Aix-en-Provence nos alojamos en el Hotel Le Concorde, muy próximo al casco histórico y con parking, algo muy importante para nosotros. Una buena habitación, con un buen desayuno completó una estancia perfecta en Aix. Buena relación calidad/precio.
De vuelta en Niza nos alojamos en el Florence Hotel Nice, un hotel bien situado, muy cerca de la estación de trenes y de la Plaza Massena, el centro neurálgico de Niza. Con un buen desayuno y una relación calidad/precio aceptable. La habitación daba al exterior con balcón, un buen hotel para recomendar.
Primer día de un viaje por la Costa Azul
Niza
Después de llegar al hotel a primera hora de la mañana, nos pusimos a recorrer las principales atracciones de Niza . De Niza decir que es una de las ciudades más hermosas de la Costa Azul francesa, conocida por sus playas, su arquitectura, su gastronomía y su clima agradable y llena de lugares que visitar, aquí os dejamos algunas recomendaciones de lugares para ver y cosas que hacer en Niza:
La Promenade des Anglais: Es uno de los paseos más emblemáticos de Niza. Se trata de un hermoso bulevar que bordea la playa y que ofrece impresionantes vistas del mar. Es la representación de la Niza elegante, con sus hoteles clásicos y sus tiendas de lujo. Es un lugar ideal para pasear y observar a los numerosos transeúntes que pasean por ella.
Aquí se encuentra el famoso Hotel Negresco, un hotel de lujo con una arquitectura impresionante.
Un consejo:
Si es vuestra primera vez en Niza o deseáis conocer las principales atracciones de Niza y su historia os recomendamos este freetour por Niza.
Vieille Ville (La Ciudad Vieja): Es el casco antiguo de Niza, un barrio lleno de callejuelas, plazas y edificios históricos. Aquí se encuentra la Catedral de Niza, la Plaza Rossetti y el Mercado de las Flores. Y donde se encuentran alguno de los restaurantes donde comimos en nuestra visita a Niza, de los que os hablamos más adelante.
La colina del Castillo de Niza: Es una antigua fortaleza ubicada en la cima de una colina, que ofrece unas vistas panorámicas de toda la ciudad. Se puede llegar a la cima a pie, en un pequeño tren turístico o subiendo en un ascensor desde el Quai des États-Units. Fue el corazón de la Niza medieval y actualmente es un parque con unas preciosas vistas sobre la bahía.
Nuestra primera visita a la Colina del Castillo fue utilizando el tren turístico, lástima que era por la tarde y las fotos hacia la Bahía de los Ángeles salían «quemadas» por el Sol, tomamos nota para la próxima ocasión.
El Museo Matisse: Este museo alberga una impresionante colección de obras del famoso pintor Henri Matisse, quien pasó gran parte de su vida en Niza.
El Mercado de Cours Saleya: Es un colorido mercado al aire libre donde se pueden encontrar frutas y verduras frescas, flores, aceitunas y productos típicos de la región y donde se puede disfrutar de sus terrazas, especialmente al atardecer, donde hay un una gran animación y ambiente.
El barrio de la plaza Massena: Es una plaza muy animada y colorida, rodeada de tiendas, bares y restaurantes. Es el auténtico centro neurálgico de Niza y con mucha animación tanto de día como de noche.
Las playas: En Niza los tramos públicos se alternan con los privados, playas de pago en lo que lo más importante es ver y ser visto, entre las que destacan la de Beau Rivage y la de Blue Beach. Si buscas una playa pública de arena te tienes que acercar hasta Vilefranche-sur-Mer, en Niza son de guijarros.
La catedral ortodoxa rusa de San Nicolás: al principio sorprende encontrar en Niza el mayor templo ortodoxo situado fuera de Rusía . Se encuentra ubicada en el bulevar Tzarévitch, en el lugar donde murió el hijo del zar Alejandro II en 1.865 de encefalitis. Fue inaugurada en 1912, financiada por el zar Nicolás II, y está bajo la jurisdicción del Patriarca de Moscú. Aunque está algo apartado del centro, merece la pena acercarse a visitarlo, la entrada es gratuita y el templo es precioso, es una imitación de San Basilio de Moscú.
Finalizamos el día con un recorrido por la ciudad vieja de Niza y comiendo en la plaza de la Catedral, en la terraza de la pizzeria «La Claire Fontaine», donde a pesar de las reseñas de internet tuvimos una buena experiencia, camareros atentos y rápidos, y los precios (año 2.022) bien, una pizza 12,90 €, una ensalada niçoise por 11,90 € y un escalope por 18 € y el menú para el niño, con postre incluído por 9,90 €.
Segundo día de un viaje por la Costa Azul
El segundo día de nuestra estancia en Niza decidimos visitar Villefranche-sur-Mer, Éze, Mónaco y Mentón. Para hacer ese recorrido decidimos alquilar el coche, que nos serviría para los visitar los otros lugares de la Costa Azul los días siguientes. El coche lo recogimos en la oficina de Avis situada en la Gare de Nice-TGV, situada en la Avenue Thiers. Ahí empezamos un viaje por la Costa Azul en coche. Pero antes de nada, en un viaje entre Niza y Mónaco hay que explicar qué son las «corniches».
Las Corniches ¿qué son?
Con el nombre de «las Corniches» (cornisas) en la Costa Azul se hace referencia a las impresionantes carreteras costeras que serpentean a lo largo de la costa que va de Niza a Menton. Estas carreteras panorámicas ofrecen vistas espectaculares del mar, las montañas y los pintorescos pueblos de la región.
Hay tres «corniches» cornisas principales en la Costa Azul:
La Grande Corniche: Es la carretera más alta de las tres y ofrece vistas panorámicas impresionantes del mar Mediterráneo. Se extiende desde Niza hasta Menton y pasa por encima de los pueblos y las montañas de la región. Esta carretera también es famosa por ser parte de la ruta utilizada por el personaje de James Bond en la película «GoldenEye».
La Moyenne Corniche: Es la carretera intermedia y serpentea entre la costa y las montañas. Ofrece vistas igualmente impresionantes y pasa por pueblos encantadores como Èze y La Turbie. También es conocida por su belleza escénica y ha sido mencionada en varias obras literarias y cinematográficas.
Las cornisas de la Costa Azul son famosas por su belleza natural y su encanto escénico. Son rutas populares para los visitantes que desean disfrutar de un hermoso paisaje mientras conducen.
Las carreteras son estrechas y sinuosas, pero valen la pena por las impresionantes vistas que ofrecen. Además de disfrutar de los paisajes, también se puede visitar los encantadores pueblos costeros, explorar los exuberantes jardines y relajarse en las playas bañadas por el sol.
Es importante tener en cuenta que estas carreteras pueden estar con mucho tráfico durante la temporada turística.
No hay que olvidarse que también hay una autopista (la A8), que la utilizamos en algunos tramos, sobre todo a la vuelta, que va todavía por encima de estas tres corniches.
Villefranche-sur-mer y Éze
Salimos de Niza en dirección a Mónaco, primero hicimos una breve parada en Villefranche-sur-Mer, que se encuentra a unos 15 kilómetros de Niza, donde bajamos al puerto y allí descubrimos una calle cubierta que llamó nuestra atención, la «Rue Obscure», una calle construida en la Edad Media y que conecta el puerto con el casco antiguo. Aunque lo más bonito para nosotros es la panorámica sobre Villefranche que se puede observar desde cualquiera de los miradores de las Corniches.
Así fue como vimos Éze, desde un mirador, decidimos no bajar al ir con un niño pero las vistas desde cualquiera de los miradores son impresionantes, nosotros paramos en el «Grande Corniche State Park» tal como se puede ver en la foto de más arriba.
Desde Éze ya pusimos rumbo a Mónaco, y en Mónaco teníamos que buscar un parking, elegimos el «Parking du Chemin des Pêcheurs» que se encuentra cerca del palacio y del muelle.
Mónaco
Y empezamos nuestro recorrido por Mónaco, que es un pequeño y lujoso principado ubicado en la costa mediterránea. Aunque es un país muy pequeño, tiene una gran cantidad de lugares interesantes para visitar. Aquí tenéis algunas sugerencias sobre qué ver y hacer en Mónaco:
Casino de Monte Carlo: Es uno de los destinos más famosos de Mónaco. El casino es conocido por su glamour y su historia. Incluso si no eres un jugador, vale la pena visitarlo para admirar su arquitectura impresionante y el ambiente elegante. Para los amantes de los coches de lujo es todo un espectáculo el parking que hay frente al casino, ahí veréis una amplia representación de Ferraris, Lamborghinis, Rolls Royce, …
Palacio del Príncipe: El Palacio del Príncipe es la residencia oficial del Príncipe de Mónaco y uno de los principales atractivos turísticos. Puedes realizar visitas guiadas para explorar los hermosos salones, la Capilla de San Juan y los jardines, además de disfrutar de una vista panorámica de Mónaco desde la terraza.
Jardín Exótico: Este jardín botánico es famoso por su colección de cactus y plantas suculentas provenientes de diferentes partes del mundo. Además de la interesante flora, el jardín ofrece vistas panorámicas increíbles de Mónaco y el mar Mediterráneo.
Museo Oceanográfico: Fundado por el príncipe Alberto I, el Museo Oceanográfico es uno de los acuarios más importantes del mundo y también un centro de investigación científica. Puede explorar una gran variedad de especies marinas, exhibiciones interactivas y aprender sobre la importancia de la conservación marina.
Puerto de Mónaco: El puerto es famoso por albergar yates y barcos de lujo. Pasear por el puerto es una excelente manera de admirar los impresionantes yates y disfrutar del ambiente exclusivo. Además, es un lugar ideal para tomar fotografías panorámicas de la ciudad.
La Condamine: Es uno de los distritos más antiguos de Mónaco y es el punto de salida y llegada del Gran Premio de Formula I. Cuenta con un mercado local vibrante donde puedes encontrar productos frescos, flores y artículos de moda. También hay numerosos restaurantes y cafés encantadores para disfrutar de la gastronomía local.
Estas son solo algunas sugerencias para explorar Mónaco, pero también puedes visitar la Catedral de Mónaco, donde se encuentran las tumbas de Grace y Rainiero, dar un paseo por el Circuito de Fórmula 1 o simplemente disfrutar de la elegante atmósfera de la ciudad.
Aunque parezca increíble, es una ciudad que nos pareció relativamente barata para comer, comimos en Mónaco ville, al lado de la Catedral, en la pizzeria Saint Nicolas, en la terraza, canelones, pizza y ensalada cesar, con tiramisú y cervezas por menos de 50 € (año 2.021).
Menton
Después de comer en Mónaco continuamos hasta Menton, que se encuentra en la frontera con Italia.
Menton ofrece una mezcla única de influencias francesas e italianas que se refleja en su arquitectura, cultura y gastronomía.
En el siglo XIX, Menton se convirtió en un destino popular entre británicos y rusos que buscaban el clima suave y los paisajes impresionantes de la Riviera Francesa.
La ciudad floreció como un refugio de invierno para la élite europea, atrayendo artistas, escritores y nobles, lo que ha quedado reflejado en el urbanismo de la ciudad, que conserva un aire decimonónico en la parte antigua.
Aunque nuestra primera parada fue en la playa Rondelli, luego subimos al casco histórico, mas concretamente, a la zona donde se encuentra la Basílica de Saint Michel, su templo más emblemático. Para subir vas serpenteando por calles llenas de casas de colores (amarillo y naranja, principalmente), túneles y unas escaleras empinadas que te llevaran a lo más alto, donde se encuentra la basílica.
Menton es conocida como la «ciudad jardín» ya que alberga varios de ellos, entre los que destacamos los de de Val Rahmeh, que además de albergar un montón de plantas exóticas tienen unas preciosas vistas.
El casco histórico de Menton tiene una zona de terraceo para disfrutar de un refrigerio que os recomendamos visitar.
Aunque no lo visitamos en Menton se encuentra el Museo de Jean Cocteau, su habitante más ilustre.
Montecarlo
Salimos de Menton en dirección a Montecarlo, ya que nos apetecía ver el ambiente en la zona del Casino al atardecer y fue un acierto, a los fanáticos de los coches deportivos y de lujo, en la Plaza del Casino había una auténtica exhibición de deportivos y Rolls Royce, justo al lado del Hotel de París.
Regresamos de noche a Niza, donde cenamos, esta vez volvimos por la zona vieja, buscando un restaurante del que nos habían hablado bien y un poco complicado de localizar, en un callejón estrecho (en el nº 5 de la Rue Droite), el restaurante se llama «Chez Palmire», y mereció la pena, el menu de 20 € con postre y bebida aparte, con una excelente relación calidad/precio.
Tercer día de un viaje por la Costa Azul
Abandonamos Niza temporalmente, regresariamos dentro de dos noches, para recorrer la zona al sur de Niza.
El primer día visitamos Antibes, Cannes, St. Tropez para finalizar de noche en Aix-en-Provence.
Antibes
Nuestra primera parada fue en Cap d’Antibes, una bella península repleta de mansiones y de unas vistas espectaculares.
Continuamos hacia Antibes, donde hicimos una breve visita, en la que nos dió tiempo a ver el Port Vauban, el mayor puerto deportivo de Europa y la ciudadela de Antibes, ciudadela levantada a mediados del siglo XVI y que ha sufrido numerosas modificaciones, aún así resulta espectacular.
En esta breve visita nos dió tiempo a visitar el mercado de Antibes pero no el Museo Picasso, que se encuentra en Antibes, llevabamos la agenda muy apretada, otra vez será.
Cannes
A unos 25 kilómetros de Antibes se encuentra Cannes, mundialmente conocida por su festival de cine.
Un festival que no es su única atracción ya que en Cannes no te debes perder una serie de lugares y atracciones que debes ver en una visita a esta ciudad.
En primer lugar, la famosa avenida frente al mar, el «Paseo de la Croisette», repleta de tiendas de lujo, hoteles, restaurantes y playas.
Otro punto que visitar en tan cinéfila ciudad es el «Palacio de Festivales y Congresos», donde tiene lugar el famoso Festival de Cannes, la famosa escalera por donde desfilan las celebridades del celuloide en su alfombra roja desde el año 1.946. Lugar de foto casi «obligada».
Pero lo que más nos llamó la atención en Cannes fue su casco antiguo, «Le Suquet«, encaramado en una colina, con calles estrechas, casas con encanto y un gran ambiente y una atmósfera de pueblo dentro la ciudad cosmopolita que es Cannes.
En una visita a Le Suquet te recomendamos visitar el Castillo de Le Castre, al que se puede subir a su torre y obtener unas preciosas vistas de Cannes y en su interior tiene un museo, el Museo de la Castre, con colecciones de antigüedades, particularmente del Mediterráneo y Oriente Medio, aunque hay obras de arte y objetos de Oceanía, América y el Himalaya.
En Le Suquet también se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza, una iglesia en la que destaca su bello campanario, de estilo románico, y las buenas vistas sobre la ciudad.
Le Suquet también es un buen lugar para comer, con algunos restaurantes con encanto, como el que elegimos para comer a mediodía, el restaurante «Aux Bons Enfants» un restaurante con larga tradición, ya que llevan cocinando desde el año 1.935 y donde hay un agradable ambiente y buena atención, y tampoco es especialmente caro para ser Cannes, en el año 2.022 los platos principales tenían un precio de 24 € y los postres, si eran un poco caros, 11 €, pero para lo que se estila en Cannes nos pareció un buen precio.
Cannes, como ciudad situada en la Riviera francesa tiene en sus playas uno de sus principales atractivos, de las que destacamos la Playa de la Croisette por su entorno y estar muy céntrica. Su suave pendiente es ideal para nadar y divertirse en el agua. La proximidad al centro de la ciudad también es un plus, con muchas tiendas y restaurantes cerca. Estas es una de las playas más populares, con impresionantes vistas del agua, del casco antiguo y dominada por hoteles de lujo.
St. Tropez
Después de haber comido en Cannes decidimos poner rumbo a St. Tropez. Hicimos caso al navegador que nos envío por la A8 y por una por una carretera que parece increíble que una estos dos grandes polos turísticos, a veces estrecha, con curvas y por zona montañosa; eso sí, paisajísticamente llamaba nuestra atención. Al cabo de 1 hora y 20 minutos llegamos a St. Tropez.
Y cuando llegas a St. Tropez te sorprende, un pueblo pintoresco que quizás no dejaría de serlo y tener la fama mundial que tiene sino fuera porque aquí se rodó «Y Dios creó a la mujer» con Brigitte Bardot en el año 1.956, factor decisivo en la popularización de la ciudad como destino turístico de renombre mundial.
Desde entonces, St. Tropez es conocido por su glamour y su ambiente, y un lugar frecuentado por la jet set, donde la mezcla única de historia, lujo y belleza natural no os decepcionará.
Aunque para entrar en el pueblo hay que soportar, era verano, una buena retención, las carreteras de acceso dejan bastante que desear. Al final nos compensó poder aparcar en la calle, en el Bd Vasserot, y desde ahí a conocer a pie St. Tropez, ya que la mejor forma de moverte por Saint-Tropez es caminando, dado que gran parte del centro del pueblo es peatonal.
El corazón de St. Tropez es su puerto y, nuestra recomendación, el lugar ideal para empezar la visita. El puerto mezcla lujo y tradición, como podéis ver en la mezcla de yates de lujo y embarcaciones de pesca en el puerto. En toda la zona del puerto hay mucha animación, con bares que te invitan a tomarte algo, como el famoso Le Senequier, donde disfrutaras del ambiente del puerto de St. Tropez, eso sí, barato no es pero tampoco estás todos los días en St. Tropez.
Seguimos caminando y enfilamos hacia La Ponche, el barrio típico de St. Tropez, donde te alejas del bullicio del puerto y paseas por estrechas calles adoquinadas y callejones, mientras admiras las casas de colores (naranja, ocres y rosas), con sus casas a pie de mar, es el barrio que mantiene la autenticidad de St. Tropez.
Fue refugio de artistas durante el siglo XX y en él encontrarás encantadores cafés.
Continuamos caminando, y en la ciudad vieja (La Vielle Ville) encontramos dos lugares que nos encantaron, uno la Place des Lices, una plaza llena de tipismo y jugadores de petanca y otra, el símbolo de St. Tropez, la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que con sus colores (amarillo y rojo) contrasta con el azul del cielo y el mar, además de ser visible a gran distancia. En el interior se puede ver el busto de St. Tropez (patrón de los marineros y del pueblo)
St. Tropez es conocido por sus hermosas playas, a menos de 1 kilómetro del puerto está la playa de Bouillabaisse, la única que vimos, ya que solo disfrutó de ella el niño un rato.
Nos quedamos con muchas ganas de ir hasta la playa de Pampelonne, donde se rodaron varias escenas de la película «Y Dios creó a la mujer» con Brigitte Bardot lo que contribuyó a consolidar la reputación de Pampelonne como un destino de playa chic y glamoroso. Otro motivo para volver y para ver el cercano pueblo de Port Grimaud, que solo atisbamos a ver desde la carretera.
Aix-en-Provence
Nos quedaban todavía 125 kilómetros y una hora y pico de coche para llegar a nuestro destino final por hoy, la bella ciudad de Aix-en-Provence, lugar donde dormiríamos en el Hotel Concorde.
El Concorde Hotel está situado muy cerca del centro histórico de la ciudad. La habitación que nos tocó era amplia, limpia y cómoda, con cafetera. El hotel dispone de una zona de aparcamiento dentro del propio hotel. El desayuno correcto pero básico. Un hotel con una buena relación calidad/precio para visitar la zona.
Salimos a cenar por la ciudad, así recorrimos parte del principal punto de atracción de Aix-en-Provence, la Cours Mirebau que está llena de cafeterías y restaurantes con terrazas con mucho ambiente, aunque al final terminamos en un local original, L’After 18, con una pequeña terraza enclavada en el centro de la Place des Cardeurs, donde tu mismo puedes componer las tablas (quesos, embutidos, verduras,…) y tienen una cerveza excelente. Desde ahí regresamos directos al hotel, el día había sido largo.
Cuarto día de un viaje por la Costa Azul
Aix-en-Provence
El segundo día recorrimos por la mañana la ciudad de Aix-en-Provence, para subir a mediodía hasta Valensole a contemplar los campos de lavanda y los paisajes provenzales. Regresamos a Aix-en-Provence por al atardecer.
Después de desayunar en el hotel pusimos volvimos por donde anduvimos la noche anterior para llegar hasta la Cours Mirabeau, la avenida principal de la ciudad y un lugar ideal para comenzar a explorar esta bella ciudad.
La Cours Mirebeau está llena de edificios históricos , cafés con terrazas y tiendas de lo más variado. Si de noche hay animación de día también, una parada técnica en el histórico Les Deus Garçons, un lugar que frecuentaba Paul Cezanne, pintor impresionista que nació y murió aquí.
Luego continuamos hacia el casco antiguo, el Vieil Aix, lleno de calles con encanto y edificios históricos, con plazas pequeñas pero preciosas como la Place d’Albertas, con una fuente en el centro y regresar al mismo lugar donde habíamos cenado, la bella Place des Cardeurs.
Muy próxima se encuentra la Catedral de Catedral de St Sauveur, en la Place des Martyrs de la Resistance. En esta catedral confluyen diferentes estilos arquitectónicos, fruto de las modificaciones que sufrió a lo largo de los siglos, desde su construcción en el siglo XII en estilo románico.
No podíamos dejar Aix-en-Provence sin visitar algo relacionado con Paul Cezanne, y el elegido fue el atelier del pintor.
Tras visitar el centro histórico es muy fácil llegar hasta él, es un pequeño paseo subiendo una calle.
El precio de la entrada era de 6 € ( más 3 € de audioguía), tener en cuenta que desde el 1 de abril de 2024 permanecerá cerrado hasta 2025, os dejamos enlace a la web oficial para ver horarios y precios actualizados de cuando vuelva a abrir.
Es un sitio evocador, más que nada, no vais a ver un museo ni nada que se le parezca
sino parte de sus posesiones más preciadas y familiares, como sus modelos de naturalezas muertas y su mobiliario de trabajo, se encuentra un espacio donde se puede sentir la presencia del pintor con mayor intensidad.
Desde 1902 hasta su fallecimiento en 1906, Cézanne trabajó a diario en este luminoso estudio, el cual fue el origen de numerosas obras que hoy se exhiben en destacados museos alrededor del mundo, incluyendo Las últimas Bañistas.
De ahí vuelta al hotel para irnos en el coche hacia Valensole, una ruta que nos llevó casi una hora.
Valensole
La meseta de Valensole, ubicada al sur del departamento de Alpes de Alta Provenza y no lejos de Digne-les-Bains y las gargantas del Verdon, se extiende sobre 800 km² con una altitud de 500 metros.
Este territorio, conocido por ser el hogar de la famosa planta aromática provenzal, está adornado con campos de lavanda y trigo, y salpicado de encantadores pueblos como Saint-Martin-de-Brômes, Riez y Esparron-de-Verdon.
Si os gustan los paisajes típicos de la Provenza debéis visitar la meseta de Valensole durante los meses de junio y julio, cuando la lavanda está en plena floración y brilla con un hermoso tono azul, ofreciendo una experiencia visual y olfativa fascinante.
El pueblo de Valensole es conocido por su exquisita miel de lavanda, con un sabor sutil y delicado que deleita a los amantes del dulce. Os recomendamos probarlo, está exquisito, otra de las compras que hicimos fue el jabón de lavanda.
Sainte-Croix-du-Verdon
Al caer la tarde, regresamos a Aix-en-Provence, donde básicamente nos dedicamos a hacer unas compras, entre ellas de los famosos de Calissons d’Aix, un delicioso postre típico de la la zona de Aix, elaborado con una masa suave y uniforme, de tono amarillo claro, con aromas de frutas, especialmente de melón y naranja, al que se le añade almendras trituradas, todo cubierto con una capa de glaseado blanco.
Los calissons tienen una textura parecida al mazapán, pero con un sabor más afrutado gracias al melón, que le otorga su particular sabor.
Quinto día de un viaje por la Costa Azul
Marsella
Después de desayunar, subimos al coche y nos pusimos en ruta dirección al Puerto Viejo de Marsella, no teníamos tiempo para más, pero no queríamos irnos sin ver Marsella aunque solo fuera un rato.
Después de poco más de 30 kilómetros y unos 40 minutos, llegamos al Vieux Port, donde después de aparcar (cosa nada fácil, al final dimos aparcado en el un parking al lado del puerto), dimos una vuelta por la zona.
Es el verdadero corazón palpitante de la vida cotidiana en Marsella. Símbolo representativo de Marbella, es una zona con mucho ambiente, con un bullicio constante de personas que pasean y una gran cantidad de establecimientos de restauración, además de algunos de los principales hoteles de Marsella.
También es el lugar desde donde parten cada día los barcos que ofrecen excursiones turísticas, nos quedamos con las ganas de visitar el Castillo de If, que se puede visitar en ferry. En la novela «El conde de Montecristo» de Alexandre Dumas, es donde Edmond Dantés (el futuro Conde de Montecristo) conoce al abate Faria (que le indicará donde se encuentra el tesoro). Otra vez será, no había tiempo.
Al final teníamos reserva para comer temprano, ya que habíamos reservado en el «Café Bovo» y fue todo un acierto. Unos deliciosos «bigolis» (una especie de espaguetis) y su famoso tartar de ternera, exquisitos y a un muy buen precio, para los que es Francia. Os dejamos un enlace a su menú para que consultéis precios actualizados, muy recomendable.
Grasse
Después de comer salimos rápido a por el coche, nos quedaban casi 180 kilómetros hasta nuestro próximo destino, Grasse.
Un destino que teníamos en mente desde que leímos la novela «El perfume» de Patrick Süskind, donde Grasse ocupa un papel importante.
Durante el siglo XVIII, Grasse se convirtió en el capital mundial de la industria del perfume, gracias a su clima favorable para el cultivo de flores y plantas aromáticas, así como a la llegada de perfumistas expertos.
Niza
Ya estaba atardeciendo y nuestro destino final, Niza, nos esperaba a unos 40 kilómetros de distancia de Grasse.
Al llegar, lo primero que hicimos fue dejar el coche de alquiler en la misma oficina donde lo habíamos recogido el segundo día de nuestra estancia en Niza, en la estación de trenes.
Nos dirigimos al nuevo hotel que habíamos reservado para esta noche y la siguiente. El Florence Nice Hotel está muy bien situado, un hotel de 3 estrellas en la esquina de la avenida Jean Médecin en una tranquila calle peatonal.
Un hotel que se encuentra a pocos minutos a pie del Paseo de los Ingleses. Para acceder a las playas debe atravesar la maravillosa plaza Masséna y la Ciudad Vieja, dos lugares emblemáticos de Niza.
Después de hace el checking dejamos el hotel y fuimos dar un vuelta, primero por la Plaza Massena y luego hacia la ciudad vieja, donde habiamos reservado mesa en Chez Acchiardo, un lugar que nos encantó y que os recomendamos si os encontráis en Niza, eso sí reservar se hace imprescindible y tener en cuenta que los fines de semana está cerrado.
Pero mientras nos dirigíamos al restaurante pasamos por delante la Catedral de Santa Reparata, un templo levantado en el siglo XVII que se ubica en una plaza con un ambiente espectacular al anochecer, llena de terrazas.
Después de disfrutar de la cena, nos fuimos dar un paseo hasta el Paseo de los Ingleses, Promenade des Anglais, una avenida con una longitud de 7 kilómetros, que discurre a lo largo de la Bahía de los Ángeles y las playas de guijarros.
Su construcción en 1832 fue impulsada por el Reverendo Lewis Way inglés. Es un punto de encuentro esencial tanto para turistas como para lugareños, que disfrutan reuniéndose allí. Ya sea patinando, en bicicleta, caminando o corriendo, solo o en compañía, el paseo ofrece diversas actividades para goce y disfrute de los visitantes.
De noche, hay momentos, cuando se juntan varios aviones (nosotros hemos llegado a contar hasta seis) sobre el mar, frente al paseo, esperando poder aterrizar, un espectáculo.
En su recorrido nos vamos a encontrar con los más bellos hoteles de lujo de Niza, como el Palais de la Méditerranée, el West End Hotel o el mítico Hotel Negresco.
Sexto día de un viaje por la Costa Azul
Niza
En nuestro último día de viaje por la Costa Azul teníamos todo el día para disfrutar de Niza, ya que a la mañana siguiente nos salía el avión de regreso a casa, tal como os comentamos al principio de esta entrada.
A primera hora de la mañana nos dirigimos a la colina del Castillo, ya que queríamos tener unas buenas vistas y que el sol no nos estropeara las fotos.
Así fue como subimos a la Torre Bellanda, que ofrece una de las panorámicas más impresionantes de la Bahía de los Ángeles, un lugar con historia en la colina del Castillo.
La Tour Bellanda es un lugar singular que relata la historia de Niza. Originalmente erigida para la defensa de la ciudad, hoy en día se ha transformado en un punto de observación esencial para los visitantes que desean disfrutar de las vistas más espectaculares de la Bahía de los Ángeles.
Aunque es accesible en ascensor desde la base de la colina, nosotros subimos por las escaleras de Lesage hasta la cima, una pedazo subida pero tampoco tan difícil de lograr.
En la Colina del Castillo apenas quedan restos de la fortaleza, ya que cuando la conquistó Luis XIV mandó demolerla a principios del siglo XVIII.
Otro lugar que ofrece unas vistas espectaculares sobre Niza es la terraza Frédéric Nietzsche, que debe su nombre al filósofo alemán al que le gustaba pasear por aquí. Dando una vuelta por la Colina pudimos ver del lado este el puerto de la ciudad.
Al bajar de la Colina del Castillo continuamos nuestro recorrido por la Promenade des Anglais y, un poco más adelante, en una zona de curva nos encontramos con algo ya muy frecuente en muchas ciudades, el logo «I Love Nice» precedido de un hashtag #, muy instagrameable.
De vuelta hacia la ciudad, después de caminar unos 500 metros desde el logo de Niza, nos encontramos en el mercado de Cours Saleya, situado en el casco antiguo.
Si algo caracteriza al mercado de Cours Saleya es su versatilidad, ya que en el mercado de Cours Saleya se venden alimentos por la mañana, flores durante todo el día y antigüedades los lunes. Además de estar rodedado de numerosos bares y restaurantes, un ambiente que te activa los sentidos.
Recorriendo el casco viejo de Niza llegamos a la Plaza Garibaldi. Una plaza en honor a uno de sus hijos más famosos.
La Plaza Garibaldi es un lugar emblemático en el corazón de Niza que lleva el nombre de este ilustre personaje clave en la unificación de Italia.
La Plaza es muy bonita, con edificios de color y rodeada de cafes y restaurantes.
A todo esto llego mediodía y hubo que hacer una parada técnica para comer, ahí no fuimos nada originales, repetimos en «Chez Palmyre» donde habíamos cenado el segundo día de nuestro viaje por la Costa Azul, repetimos y con el mismo éxito que la primera vez.
Después de reponer fuerzas continuamos caminando hacia el centro, y nos encontramos con las fuentes de la Promenade du Paillon, un lugar refrescante debido a su gigantesco espejo de agua.
Camino de las playas, nos encontramos con una vieja conocida, la Plaza Massena, levantada en el siglo XIX, testigo de la historia contemporánea de Niza y remodelada a principios del siglo XXI, es el punto de reunión de los nizardos y de los visitantes.
Hoy en día, la Plaza Masséna es conocida por su diseño único, con suelo empedrado en blanco y negro, y por su estatua monumental de Apollo, el dios griego del sol y la música, en la Fontaine du Soleil.
Además, la plaza está bordeada por edificios de estilo neoclásico con coloridos tonos ocres y rojos, que añaden aún más encanto a su entorno.
Es el punto de partida ideal para visitar alguna de las principales atracciones de Niza, como el casco antiguo de Niza (Vieux Nice), la Promenade des Anglais y las playas, a los que nos dirigimos desde allí.
Desde la Plaza Massena ya tenemos a menos de 500 metros el Paseo de los Ingleses «Promenade des Anglais» del que os hablamos anteriormente.
Estando en Niza y en la Costa Azul decidimos ir a una de las playas privadas de Niza, la Blue Beach, muy bien situada en medio de la Promenades des Anglais aunque no deja de ser una playa de guijarros pero con unos estupendos servicios (que hay que pagar y bien) y un agua de un color azul intenso.
Hablando del precio, nos pareció caro pero los servicios son estupendos y es una experiencia que queríamos vivir estando en Niza. Para ver precios actualizados os dejamos el siguiente en enlace a la web de la playa Blue Beach.
Por supuesto, hay playas públicas, como la de Carras, pero sin servicios como los de las privadas. Consejo: no os olvidéis de unos escarpines o sandalias.
Después de la sesión de playa, fuimos dando un paseo por la Promenade des Anglais, contemplando un espectáculo curioso, la de los aviones esperando tener permiso para aterrizar en el aeropuerto de Niza sobre el mar y, relativamente, cerca del paseo.
Además al anochecer la Promenade des Anglais es una zona llena de gente, con mucho ambiente. Un punto perfecto para despedirse de Niza, por supuesto, después de ir cenar. Estábamos finalizando nuestro recorrido por la Costa Azul.
Habiamos reservado para cenar, en un restaurante que nos recomendaron en el hotel, el restaurante era «La Maison de Marie», además nos quedaba muy cerca del hotel y todavía más de la Plaza Massena.
Una buena despedida de Niza, los platos muy bien elaborados, el ambiente agradable y el servicio bien, aunque no son muy rápidos; una buena relación calidad/precio para lo que es Niza. Por si queréis ver precios y platos os dejamos el enlace a la web de La Maison de Marie.
Y aquí remató nuestra estancia en Niza, al día siguiente, tal como os comentábamos al principio tocaba volver para casa en avión, a primera hora de la mañana. Así terminó nuestro viaje por la Costa Azul.
Mapa de un viaje por la Costa Azul
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En 12 lugares que ver en Burdeos os presentamos la joya del suroeste de Francia, Burdeos es un destino imprescindible para los amantes del arte, la arquitectura, el vino y, por supuesto, la buena comida. Si estás pensando en visitar esta ciudad bañada por el río Garona, aquí te contamos qué no puedes perderte con esta guía de los 12 lugares que estás ver en Burdeos .
Una ciudad de unos 240.000 habitantes, que se le conoce como «la pequeña París» por su elegancia y encanto, ya que combina la armonía y belleza de sus edificios y plazas de su época dorada, el siglo XVIII, con sus barrios modernos y cosmopolitas, toda una evolución en la que ha sabido conservar su identidad como capital de la Gironda.
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Al final de la entrada os hablamos de los restaurantes donde hemos comido y los hoteles donde nos hemos alojado en nuestras visitas a Burdeos.
Como remate final os dejamos un mapa con estos lugares que ver en Burdeos para localizarlos con facilidad en el Google Maps.
Plaza de la Bolsa y el Miroir d'Eau
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Este lugar emblemático es el corazón de Burdeos. La plaza, con su arquitectura clásica, se refleja de forma mágica en el Miroir d’Eau, el espejo de agua más grande del mundo. Ideal para fotos inolvidables.
Aunque preside la Plaza la Fuente de las Tres Gracias, desde el año 1869, lo más impactante es el Miroir d’Eau (Espejo de Agua), que tiene una superficie de 3.450 metros cuadrados y que luce espectacular por la noche.
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Puerta de Cailhau
Uno de los rincones más fascinantes que no puede faltar en tu lista de los 12 lugares que ver en Burdeos es es la Puerta de Cailhau.
No te pierdas la oportunidad de adentrarte en su interior, donde encontrarás exposiciones que cuentan la historia de Burdeos y del comercio que floreció gracias al río. El precio de la entrada es de 7 € (septiembre 2024), para ver precios y horarios actualizados os dejamos un enlace a la web de la Puerta de Cailhau.
Desde su terraza, podrá disfrutar de una vista única del Puente de Piedra y el horizonte bordelés. La Puerta de Cailhau es mucho más que un simple monumento; es una ventana al pasado y un imprescindible en cualquier visita a esta bella ciudad del sur de Francia.
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Puente de Piedra
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Calle Santa Catalina - Rue Sainte Catherine
A medida que caminas por sus adoquines históricos, te encontrarás rodeado de una fascinante mezcla de pastelerías, boutiques de moda, tiendas locales y grandes marcas internacionales. Pero Rue Sainte-Catherine no es solo un paraíso para los amantes de las compras.
También es un lugar donde se respira la esencia bordelesa en cada esquina. Desde acogedores cafés hasta restaurantes que ofrecen delicias típicas, este paseo te invita a disfrutar de una de los 12 lugares que ver en Burdeos que no te debes perder.
Conecta la Place de la Comédie, presidida por el majestuoso Gran Teatro, con la Place de la Victoire, donde el ambiente estudiantil y las terrazas animadas te esperan. Ya sea de día, para admirar su ambiente comercial, o al caer la tarde, cuando las luces destacan su carácter vibrante, Rue Sainte-Catherine es una parada imprescindible para capturar la magia y el encanto de Burdeos a través de sus 1.200 metros.
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Plaza de Quinconces
Una de las plazas más grandes de Europa, con una impresionante fuente dedicada a los Girondinos, víctimas de la Revolución Francesa durante la época del Terror.
Fue levantada en el año 1820 para evitar y contener los actos revolucionarios.
En ella destacan dos columnas, símbolos del comercio y la navegación, dos importantes actividades en la época dorada de Burdeos y el Monumento en honor a los Girondinos.
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Catedral de Saint-André
Una joya gótica que impresiona por su majestuosidad y llena de historia, ya que en ella tuvieron bodas reales desde la Edad Media (la de la conocida Leonor de Aquitania, con Luis VII) hasta el siglo XVII (Ana de Austria con Luis XIII).
Pasó por momentos de menos brillantez, ya que fue almacén de forrajes durante la Revolución, para luego ser restaurada. Forma parte del núcleo Patrimonio de la Humanidad de Burdeos.
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No olvides subir a la torre Pey-Berland para disfrutar de una vista panorámica excepcional. Tienes que subir 231 peldaños y os encontraréis a 66 metros de altura. Tiene dos terrazas, la primera a 40 metros y la segunda a 50 metros; un lugar ideal para fotografiar Burdeos.
El precio de la entrada era de 9 € (septiembre de 2024), para ver precios y horarios actualizados os dejamos este enlace a la web de la la Torre Pey Berland.
Esta torre es el campanario de la Catedral de Saint André. Precisamente fue construido el campanario separado de la catedral porque esta no podía soportar el peso de la Gran Campana. Fue levantado en el año 1440 y en 1863 se le colocó en la cima la estatua de Notre Dame de’Aquitaine.
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La Gran Campana (Grosse Cloche)
La Grosse Cloche es uno de los monumentos más emblemáticos y fotogénicos de la ciudad, un verdadero imprescindible dentro de los 12 lugares que ver en Burdeos. Esta imponente torre medieval, que data del siglo XV, es una de las pocas estructuras que quedan en pie de las antiguas murallas de la ciudad. Con su estilo gótico flamígero y sus detalles fascinantes, es un rincón que te transporta a la historia de Burdeos.
La campana, que da nombre a la torre, pesa más de 7 toneladas y era utilizada en el pasado para marcar eventos importantes o alertar a los ciudadanos en caso de peligro. Hoy en día, puedes admirar este tesoro arquitectónico desde el exterior, pero también explorar su interior en visitas guiadas, previa reserva, de 30 minutos (en septiembre de 2024 el precio de la visita a la Grosse Cloche era de 6 €) que te permitirán conocer su mecanismo y la rica historia que guarda.
No olvides levantar la vista para contemplar su reloj astronómico y pasear por los alrededores del casco antiguo, donde la atmósfera medieval cobra vida. La Grosse Cloche no solo es una postal perfecta de Burdeos, sino también una ventana al pasado de Burdeos.
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El Gran Teatro
El Gran Teatro de Burdeos es, sin duda, una de las joyas arquitectónicas de la ciudad y un imprescindible dentro de los 12 lugares que ver en Burdeos. Este majestuoso edificio, inaugurado en 1780, es obra del célebre arquitecto Victor Louis y es considerado uno de los teatros más hermosos del mundo. Su fachada, con 12 imponentes columnas corintias coronadas por estatuas que representan las Musas y las Gracias, es una composición espectacular.
Adentrarte en su interior es como viajar al corazón del siglo XVIII. Su sala de espectáculos, decorada en azul y dorado, deslumbra con su cúpula pintada, sus detalles ornamentales y su exquisita acústica. Además, el Gran Teatrono es solo una obra maestra del pasado, sino también un espacio vivo donde se presentan óperas, ballets y conciertos de talla internacional.
¿Queréis visitarlo? Podéis optar por una visita guiada para conocer su historia, los secretos detrás de su construcción y disfrutar de rincones exclusivos que normalmente están reservados para los artistas. Si tenéis la oportunidad, nosotros no lo pudimos hacer, disfrutad de una función debe ser toda una experiencia en tu estancia en Burdeos.
Situado en la elegante Place de la Comédie, el Gran Teatro está rodeado de cafeterías y restaurantes que te invitan a prolongar tu visita mientras disfrutas del ambiente sofisticado de esta zona. Un lugar donde el arte, la historia y la belleza se dan cita para enamorar a todo viajero.
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La Ciudad del Vino (Cité du Vin)
La Cité du Vin, inaugurada en 2.016, es una instalación cultural única dedicada al vino como patrimonio cultural universal. Ofrece un espectacular viaje, de unas dos horas de duración, de la evolución del vino a través del tiempo y en todos las culturas. Es el museo del vino por excelencia el edificio tiene forma de decantador. Tiene 3 zonas de degustación y 3 áreas para comer.
La entrada para la exposición permanente más la cata en el espacio Belvedere (8º piso) cuesta 22 € (septiembre 2024).
Para acceder a la Cité du Vin se puede ir en tranvía (la línea B del tranvía de Burdeos ), por la carretera de circunvalación, cruzando el puente Chaban-Delmas y en las líneas 7 y 32 de la red transporte metropolitano.
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Que ver en los alrededores de Burdeos
Visita a Arcachon y la Duna de Pilat
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Arcachon, situada en la costa atlántica de Francia, es un destino que combina playas de ensueño, pintorescos barrios y maravillas naturales. Si estáis planeando una escapada desde Burdeos, este pequeño paraíso costero es un lugar que no debéis perderos.
Uno de sus mayores tesoros es la Duna de Pilat, la duna más alta de Europa, con más de 100 metros de altura y 2,7 kilómetros de longitud. Subir a su cima es una experiencia inolvidable: el esfuerzo se ve recompensado por unas vistas espectaculares que abarcan el océano Atlántico, el Bosque de las Landas y la Bahía de Arcachon. El contraste entre el azul del mar y el verde del bosque es un espectáculo que invita a la contemplación. Al amanecer o al atardecer, este lugar adquiere una magia especial, perfecta para los amantes de la fotografía.
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Pero Arcachon no se limita solo a la duna. Pasea por el Barrio de Invierno, conocido por sus encantadoras villas del siglo XIX rodeadas de vegetación, y descubre el Belvedere de Sainte-Cécile, desde donde tendrás unas vistas panorámicas impresionantes. La Bahía de Arcachon es otro de sus imprescindibles; aquí puedes disfrutar de un paseo en barco para visitar la Île aux Oiseaux (Isla de los Pájaros) y sus icónicas cabañas sobre pilotes (Cabanes Tchanquées).
No te vayas sin probar las ostras frescas en uno de los numerosos puestos ostrícolas, donde el sabor del Atlántico se convierte en una experiencia culinaria única para aquellos que puedan comerlas. Arcachon es el destino perfecto para desconectar, disfrutar de la naturaleza y enamorarte del litoral francés.
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Sauternes y el Château Guiraud
A unos 55 Km al sur de Burdeosse encuentra la comuna de Sauternes que produce uno de los vinos más famosos del mundo: el Sauternes.
Para lograr este vino dulce es fundamental la influencia de los rios Ciron y Garona, que cuando se encuentran sus aguas en el otoño se forman nieblas que permiten el desarrollo de un hongo: Botrytis cinerea, que es el origen de la putrefacción noble; este hongo tiene propiedades únicas que hacen que se concentren los aromas y azúcares de la uva manteniendo la acidez necesaria para equilibrar el vino.
En la «Maison du Sauternes» se describe la historia de la cultura del vino en la región y puedes probar alguno de los vinos, aunque lo recomendable es visitar uno de los châteaus clásicos.
12 lugares que ver en Burdeos
Aunque nuestra idea original era, por su historia, visitar el Château d’Yquem, un viñedo histórico que está detrás del único vino de primer nivel superior cru clasificado Sauternes.
El edificio del siglo XVIII, clasificado como monumento histórico, se asienta sobre los restos del primer castillo del siglo XII. Desgraciadamente tenían todos los días ocupados y nos quedamos con las ganas.
Entonces decidimos visitar el Château Guiraud. Situado a 40 minutos de Burdeos, en el corazón de Sauternes, Château Guiraud, el primero de los 1er Grands Crus Classés en 1855. Y la verdad fue todo un acierto, con atención en español, degustación, visita al viñedo y con una excelente explicación de cómo se hace la vendimia.
Quedamos encantados con la visita, muy recomendable; ya que además los precios, que en ninguna son baratos precisamente, si son más baratos que en cualquier otro lugar de su mismo nivel, la entrada nos costó 22 € y tuvo una duración de 2 horas (año 2019).
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Saint Emilion
Una escapada imprescindible si os encontráis en Burdeos es el encantador pueblo medieval de Saint-Émilion, situado a tan solo 40 kilómetros de la ciudad. Este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, no solo enamora por su belleza histórica, sino también por su estrecha relación con uno de los mayores tesoros de la región: el vino.
La historia de Saint-Émilion se remonta al siglo VIII, cuando un monje ermitaño llamado Émilion se refugió en una cueva de la zona, convirtiéndose en el fundador espiritual del pueblo. Con el paso de los siglos, Saint-Émilion creció como un importante centro vinícola, gracias a su excepcional terroir, donde nacen algunos de los mejores vinos del mundo.
Pasear por sus calles empedradas es como retroceder en el tiempo. Aquí encontrarás joyas como la iglesia monolítica, una maravilla tallada directamente en la roca, y el claustro de los Cordeliers, rodeado de viñedos. No olvides subir a la Torre del Rey, una fortaleza medieval que ofrece vistas panorámicas de los viñedos que se extienden hasta el horizonte.
12 lugares que ver en Burdeos
La experiencia no estaría completa sin una visita a alguna de sus bodegas centenarias. Podrás degustar vinos excepcionales de denominaciones legendarias como Château Cheval Blanc o Château Ambe Tour Pourret, que fue la que decidimos visitar, se encuentra a la salida del pueblo y la visita nos llevó una hora, aprendiendo de primera mano sobre el arte y la tradición vinícola de la región, finalizando con una degustación de varios vinos, queso y chocolate.
Saint-Émilion es más que un pueblo; es una experiencia donde la historia, la cultura y la pasión por el vino se entrelazan para crear recuerdos inolvidables. Si estás en Burdeos, este destino es una parada obligatoria que te permitirá saborear la verdadera esencia de la región.
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Bl bosque de las Landas de Gascuña
A poco más de una hora al suroeste de Burdeos, se extiende el Bosque de las Landas de Gascuña, el mayor bosque artificial de Europa.
Con más de un millón de hectáreas de pinos marítimos, esta vasta extensión verde es un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza, ofreciendo un contraste único con la atmósfera urbana de la ciudad.
El bosque tiene su origen en el siglo XIX, cuando Napoleón III impulsó la plantación masiva de pinos para drenar las tierras pantanosas y fomentar la producción de resina.
Hoy, este impresionante ecosistema es mucho más que un legado histórico: es el lugar perfecto para desconectar y disfrutar de actividades al aire libre como senderismo, ciclismo o paseos a caballo por sus interminables senderos.
Uno de los mayores atractivos del bosque es el Parque Natural Regional de las Landas de Gascuña, que alberga una rica biodiversidad y paisajes únicos. Dentro del parque, el río Leyre serpentea tranquilamente, ofreciendo la posibilidad de practicar piragüismo mientras se admiran los frondosos alrededores.
Si buscas algo más relajado, puedes visitar pequeñas aldeas tradicionales como Sore o Luxey, donde aún se respira la esencia rural de Gascuña. Además, el bosque está estratégicamente ubicado entre Burdeos y la Costa Atlántica, por lo que puedes combinar tu visita con una escapada a las playas de Cap Ferret o Arcachon y la Duna de Pilat.
Además, como fue nuestro caso, si visitáis Burdeos en coche desde España, vais atravesar durante un buen rato la autopista que lo atraviesa.
12 lugares que ver en Burdeos
La fascinante historia de los vinos de Burdeos
El vino y Burdeos forman una pareja inseparable que ha definido la identidad de esta región durante siglos. Desde la época romana, cuando se plantaron las primeras viñas, hasta convertirse en uno de los referentes mundiales de la viticultura, Burdeos ha sabido combinar tradición e innovación para alcanzar la excelencia.
El puerto de la ciudad, conocido como el «Puerto de la Luna», jugó un papel clave en la expansión del comercio del vino. Sus viñedos encuentran una perfecta combinación de clima y terreno en estas tierras.
Los veranos son calurosos, los inviernos no son muy fríos y está parcialmente nublado todo el año. Durante el transcurso del año, la temperatura generalmente varía de 3 °C a 28 °C y rara vez baja a menos de -3 °C o sube a más de 34 °C.
La zona de Burdeos es la segunda zona vinícola más grande de Francia, solo por detrás del Languedoc.
12 lugares que ver en Burdeos
Para los vinos de Burdeos fue fundamental la Exposición Universal de 1855, en la que Napoleón III encargó una tarea ambiciosa: clasificar los vinos de Burdeos basándose en la reputación de los châteaux y el precio de sus preciados vinos. El resultado fue la célebre Clasificación de 1855 , un sistema que sentó las bases para identificar la excelencia vinícola de la región y que sigue siendo un referente mundial.
Los Primeros Crus: la élite del vino tinto
Dentro de esta clasificación, los vinos tintos fueron organizados en cinco niveles, destacando especialmente los cinco Primeros Crus , una selección de la máxima calidad:
* Château Lafite Rothschild , Château Latour y Château Mouton Rothschild (todos de Pauillac).
* Castillo Margaux (Margaux).
* Castillo Haut-Brion (Graves).
Estos nombres resuenan como leyendas entre los amantes del vino, representando básicamente a los tintos de Médoc.
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La riqueza de los vinos blancos dulces.
La clasificación también incluyó los exquisitos vinos blancos dulces de Sauternes y Barsac , destacando una categoría única: el Premier Cru Supérieur , otorgado exclusivamente al prestigioso Château d’Yquem.
Además:
11 propiedades fueron reconocidas como Premiers Crus , incluido el elegante Château Guiraud .
15 propiedades recibieron la distinción de Deuxièmes Crus .
12 lugares que ver en Burdeos
Volviendo al vino tinto, hay tres variedades de viñedos icónicos de Burdeos, a saber:
1. La variedad Merlot, que constituye el 60% de los viñedos y brilla especialmente en Pomerol , hogar del exclusivo Petrus , uno de los vinos más caros del mundo.
2. La variedad Cabernet Sauvignon que predomina en el Médoc , región protagonista de la Clasificación de 1855.
3. La variedad Cabernet Franc que es la estrella de la zona de Saint-Émilion , una región de gran prestigio.
Una experiencia imperdible en Burdeos
Recorrer los viñedos de Burdeos no es solo un viaje al epicentro de la producción vinícola mundial, sino también una oportunidad para disfrutar de la rica herencia cultural de la región. Desde el glamour de los castillos hasta las suaves colinas cubiertas de vides, cada rincón cuenta una historia que fascina tanto como los sabores de sus vinos. ¿Te animas a descubrirlo?
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Nuestros hoteles en Burdeos
Hôtel du Thêatre
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Ibis Budget Bordeaux Centre Bastide
Un hotel concepto Ibis, que, en su día , nos salió a muy buen precio con desayuno, una experiencia más que positiva, la ubicación, aunque esté al otro lado del río, está muy cerca del Puente de Piedra (600 metros). Cerca de una parada de autobús y del tranvía. Buena atención por parte del personal. Relación precio-calidad muy buena también. Habitación tipo Ibis, minimalista, pero equipada con todo lo necesario. Además puedes dejar el coche en un parking al aire libre. Desayuno correcto aunque poco variado. Tiene un Carrefour al lado, que siempre puede venir bien.
12 lugares que ver en Burdeos
Best Western Plus Hôtel Gare Saint-Jean
Fue donde nos alojamos la última vez que estuvimos en Burdeos y la experiencia fue muy positiva ya que salió a buen precio con desayuno incluido. Además está cerca de la estación donde llega el autobus del aeropuerto, la Gare de St. Jean. El personal muy atento. Un desayuno buffet bueno. La habitación de tamaño normal y con cafetera. Tardas unos 20 minutos en llegar al centro. Recomendable.
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Dónde comer en Burdeos
La Tanière
Cerca de la Pont de Pierre y de la Porte de Cailhau, en el número 41 Quai Richelieu, se encuentra este excelente restaurante, en el que además hay camareros que hablan español y vimos, la última vez que estuvimos allí, carteles de «Estrella Galicia«, pero nuestro gozo en un pozo, no la tenían disponible. La carta no es extensa pero lo que tienen está bueno, sobre todo las carnes con salsa, exquisitas. El precio rondaba (año 2022) los 25/35 € y nos recordamos del steak haché y del entrecôte con salsa roquefort (19 €) excelente. Repetimos y recomendable, de lo mejor que hemos encontrado en Burdeos.
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L'Autre Petit Bois
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Cómo llegar del aeropuerto de Burdeos al centro
El Aeropuerto de Burdeos (Burdeos-Mérignac) tiene tres terminales, conocidas como Hall A (Air France), Hall B (Otras compañías aéreas) y Billi (Ryanair, EasyJet). Una de las tres terminales se llama Billi y está reservada para aerolíneas de bajo coste como easyJet y Ryanair. Os dejamos un enlace del Aeropuerto de Burdeos con mapas interactivos.
Si llegáis al Aeropuerto de Burdeos-Mérignac y deseáis llegar al centro de la ciudad, hay varias opciones de transporte disponibles. Entre las cuales las más populares son las dos siguientes que las que os hablamos más adelante, destacando la que suele considerarse la mejor en términos de costo, comodidad y rapidez, la primera, la Línea A del tranvía.
1. Tranvía Línea A (Recomendado)
Desde 2023, el aeropuerto cuenta con un acceso directo al tranvía de la ciudad, que conecta eficientemente con el centro.
Duración: Aproximadamente 35-40 minutos.
Costo: 1,80 € por trayecto (tarifa única). Precios septiembre 2024.
Frecuencia: Cada 10-15 minutos, dependiendo de la hora del día.
Paradas principales:
Quinconces: En pleno centro de Burdeos, ideal para quienes buscan explorar la ciudad vieja.
Hôtel de Ville: Cerca de la Catedral de San Andrés.
El tranvía es una opción económica y ecológica, perfecta para quienes viajan con equipaje ligero.
2. Autobús 30’Direct
Un autobús urbano que conecta el aeropuerto con la estación de tren de Burdeos.
Duración: 30 minutos aproximadamente.
Costo: 8 € (ida) y 16 (ida y vuelta), los menores de 5 años viajan gratis. (precios de septiembre 2024).
Frecuencia: Cada 40/50 minutos aproximadamente (va variando según tramos horarios), todos los días, equipaje gratuito.
Paradas principales:
Gare Saint-Jean: La estación de tren principal.
Mapa de los 12 lugares que ver en Burdeos
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En esta entrada os presentamos 11 Castillos que ver en el Valle del Loira, en ella os hablaremos de los castillos más importantes, desde nuestro punto de vista, del Valle del Loira y no sólo de castillos, también os hablamos de abadías, museos y ciudades que visitar en esta bella zona de Francia; de todo este conjunto de lugares que ver en un viaje por el Valle del Loira os dejamos un mapa al final del artículo.
El Valle del Loira es famoso por sus impresionantes castillos, que son un testimonio de la arquitectura renacentista y medieval. En el año 2000 la UNESCO declaró el Valle del Loira Patrimonio de la Humanidad debido a su importancia histórica y cultural, así como a su impresionante paisaje fluvial.
Vamos a centrarnos, principalmente, en Chambord, Chenonceau, Villandry , Blois y Azay-le-Rideau, ya que, consideramos, son los más interesantes, desde nuestro punto de vista que, por supuesto, es muy subjetivo.
Al Valle del Loira también se le conoce como el «Jardín de Francia» debido a sus hermosos paisajes y jardines. Muchos de los castillos tienen jardines exquisitamente diseñados que son un placer para los sentidos.
El río Loira es el río más largo de Francia y atraviesa toda la región. Es un río importante para la agricultura y la navegación, y su belleza natural es una parte integral del encanto del valle.
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Aunque hagamos la traducción de «château» por «castillo», en la mayoría de los casos, sino en todos, en español casi mejor traducirla por «palacio», se corresponden más con la imagen que tenemos de un palacio que de un castillo propiamente dicho.
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Cómo llegar al Valle del Loira
Por su situación, el Valle del Loira, se encuentra muy bien ubicado, París está a unos 250 kilómetros en coche de Tours, la «capital» del Valle del Loira (unas 3 horas en coche), Burdeos a 350 kilómetros.
Además tiene un aeropuerto, el Tours Valle del Loira, a 7 kilómetros de la capital del Valle del Loira, Tours, con vuelos directos desde España (Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Palma de Mallorca,…).
Para algunos castillos, como es el caso de Chambord, hay buses lanzaderas desde París, en concreto, desde la Estación de París-Austerlitz por un precio que en el año 2.021 estaba en los 6 €.
Si estáis por París y os apetece hacer una pequeña escapada para conocer el Valle del Loira, hay excursiones organizadas para visitar tres de los castillos del Loira más conocidos en un día (Chambord, Chenonceau y Cheverny), os dejamos un enlace a una de ellas: excursión de un día al Valle del Loira.
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Cuándo visitar el Valle del Loira
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Castillo de Chambord
El Castillo de Chambord es uno de los castillos más emblemáticos del Valle del Loira, conocido por su arquitectura renacentista y su impresionante escalera de doble hélice diseñada por Leonardo da Vinci (no la vió nunca, ya que cuando empezaron las obras de Chambord, en septiembre de 1519, Leonardo llevaba 4 meses muerto), en la que quienes suben y bajan pueden verse pero jamás cruzarse.
En nuestra humilde opinión, el más importante del Valle del Loira, con permiso de Chenonceau y Blois.
Se encuentra situado en el dominio de Chambord, un coto que comprende un territorio rodeado por un muro de 32 kilómetros y que se extiende por una superficie de unas 5.500 hectáreas, mayor que el área urbana de París.
Visitar Chambord
Después de atravesar una parte del Dominio de Chambord llegas a la zona del propio Château de Chambord, donde hay dos aparcamientos, en este caso de pago, es la única vez que hemos pagado parking en un château del Valle del Loira. Aparcamos en el que se encuentra más cerca del castillo, el precio 6 € (todo el día), hay otro más alejado por 5 €, en el que también hay sitio para las autocaravanas.
Horario (julio 2023):
El Château de Chambord se encuetra abierto todos los días del año excepto el 1 de enero, 27 de noviembre y 25 de diciembre.
Nosotros lo visitamos en verano, y para ellos es temporada alta la que va del 25 de marzo al 29 de octubre, los horarios son de 9 a 18 horas. Como en muchos lugares, el último acceso es media hora antes del cierre.
Para ver precios y horarios actualizados os dejamos el enlace a la web oficial del Château de Chambord.
Precio de las entradas
El precio de la entrada en julio de 2023 era de 16 €, y gratis para menores de 18 años, residentes de larga duración en la UE de 18 a 25 años, persona discapacitada + 1 acompañante.
Un recorrido por el interior del Château de Chambord
El Château de Chambord consta de 8 torres, 440 habitaciones, 282 chimeneas y 77 escaleras, entre las cuales, en el centro del castillo, se encuentra la famosa escalera de doble hélice.
En la planta baja, además de la impresionante escalera de doble revolución os encontraréis con una sala audiovisual en donde, en unas pantallas, te explican la historia de la construcción del castillo.
A continuación encontramos las tres salas de recepción: una de ellas conocida como la «Sala de los Borbones», otra como la «Sala de los Ilustres» y la «Sala de las Cacerías».
Continuamos con el recorrido, en el primer piso no te debes perder la «residencia real», fue construida entre 1539 y 1545. Incluye una amplia habitación, un armario y un espléndido oratorio adornado con una bóveda tallada con los emblemas de Francisco I, la «F» y la «salamandra«.
Esta ala también alberga la antigua gran sala de estado del castillo, la llamada «Sala del Rey» en la que te encontrarás tapices, muebles de viaje y objetos curiosos.
Otro estancia que no debes perderte es «El dormitorio de la reina», la cual estaba comunicada mediante un pasillo con la del rey. Es del siglo XVII y fue construida para la reina María Teresa de Austria.
Quizás uno de los aposentos que más nos llamó la atención fue «El apartamento ceremonial o del desfile» se construyó sobre el año 1680 para el Rey Sol, Luis XIV, ya que entonces era costumbre que la corte contemplase como se levantaba, duchaba o vestía el rey, era un privilegio. El mobiliario es de época posterior, de la época de Luis XV, cuando permitió a su suegro, Stanislas Leszczynski, mariscal de Sajonia, utilizar Chambord durante algunos años. Tanto Luis XV como el Mariscal de Sajonia solían utilizar este aposento.
Y como no, todo castillo que se precie tiene su habitación de invitados; en Chambord se alojó, en el año 1539, Carlos I de España, a pesar de ser «archienemigo» de su anfitrión, Francisco I, cosas de la historia y un pequeño teatro, pero donde llegó a estrenar Moliere alguna de sus obras como «El burgués gentilhombre».
Un lugar imprescindible que ver y cargado de historia es el «Museo del Conde de Chambord», que ocupa siete aposentos en los que se muestra el sorprendente destino del conde de Chambord, el desafortunado pretendiente al trono de los franceses del siglo XIX . Enrique de Artois se convirtió al nacer en el propietario del castillo y sus terrenos gracias a una suscripción nacional.
En la segunda planta es más de paso y sólo destacamos: las salas abovedas y el pequeño teatro de Mauricio de Sajonia, que se sitúan alrededor de la escalera principal y se cubren con antiguos arcos triunfales o techos que son decorados con los emblemas de Francisco I: salamandras y cientos de «F» coronadas que glorifican al Rey constructor de Chambord.
Un reto:
¿Localiza la única (y misteriosa) F invertida de la bóveda?
Pista: está ubicado en la sala abovedada del noroeste, que fue transformada en el teatro de Mauricio de Sajonia.
En esta planta te encontrarás con un gran corredor lleno de trofeos de caza, y el sorprendente barco de caza tirado por caballos del siglo XIX.
Desde esta planta se accede las terrazas del castillo, desde donde podrás contemplar toda la belleza de este singular dominio.
Y finalizamos arriba de todo, en las terrazas, con sus espectaculares vistas del Dominio de Chambord y de su bella arquitectura renacentista, un broche de oro para una visita inolvidable.
Los jardines vuelven a Chambord
Desde 2017 es posible volver a disfrutar de los jardines a la francesa de Chambord, jardines que se habían eliminado totalmente en 1970. Un jardin a la francesa que ya se había levantado a mediados del siglo XVIII y que fue languideciendo desde la Revolución Francesa hasta su desaparición total en 1970.
Uno de los mayores proyectos de restitución de jardines en Europa, con 600 árboles, 800 arbustos, 200 rosales, 15.250 plantas y 18.874 m² de césped.Un poco de historia de Chambord
– Victoria de Franscisco I en Mariñano (norte de Italia), en 1.515. Decide levantar el Château de Chambord como símbolo de su poder.
– Septiembre de 1.519, empiezan las obras. Aunque Leonardo da Vinci pueda ser su inspirador, Leonardo muere cinco meses antes; su influencia se deja ver entre otras cosas en la escalera de doble revolución de Chambord.
– 1.525, derrota de Francisco I en Pavía frente a Carlos I de España, y pasa a estar retenido en España. Se paralizan las obras.
– A su regreso, tras el Tratado de Madrid (1.526) se retoman las obras.
– En 1.539 invita a su «archienemigo» Carlos I de España a Chambord.
– Enrique II, hijo de Franciso I, continuó las obras (entre ellas, la Capilla) entre 1.547 y 1.559.
– Gastón de Orleáns, hermano del rey Luis XIII, inició la primera restauración, entre 1630 y 1.643.
– Luis XIV, el Rey Sol, continúa con las obras en Chambord y atrae a intelectuales y artistas y así, en la sala de guardias se monta un teatro, en el que se estrenarían obras de autores tan conocidos como Moliere que estrenó allí, en el año 1670 «El burgués gentilhombre». Una época marcada por las fiestas y la visita de personalidades. Luis XIV levantó su aposento en el centro de la fachada.
Estanislao I Leszczynski que era suegro de Luis XV y rey de Polonia en el exilio, habitó aquí desde 1725 hasta 1733.
Más tarde, el Mariscal de Sajonia recibe la propiedad de Luis XV en 1745, tras su victoria de Fontenoy, y celebra en Chambord suntuosas fiestas. Murió aquí en 1750.
A principios del siglo XIX el mariscal de Berthier recibe el palacio como regalo de Napoleón I en 1809. Una vez cae Napoleón I y con el cambio de régimen llegamos al año 1.820, en este año se realiza una cuestación popular para regalarle a Enrique de Artois el Castillo de Chambord por su nacimiento, pero la historia de Enrique os lo contamos en el próximo apartado.
Sabías que se renunció a un reino por una bandera
El conde de Chambord, nieto de Carlos X, Enrique de Artois, hubiera podido convertirse en rey bajo el nombre de Enrique V, pero no accedió nunca al trono y murió exiliado en 1883.
El regalo que tuvo por su nacimiento en 1.821 fue este Castillo, un «pequeño» detalle. Pero a los 9 años los franceses se volvieron a recordar de armar una revolución y el «pobre» chico se tuvo que exiliar, aunque siguió administrando Chambord desde Austria.
Enrique de Artois albergó la idea de poder reinar en Francia, sobre todo al finalizar el Imperio de Napoleón III en el año 1.873, durante la supuesta república «provisional»; estaba al frente de esta república Mac Mahon, pero el se opuso a volver con instituciones heredadas de la Revolución y sobre todas las cosas se oponía radicalmente a la bandera tricolor, ya que él exigía que se volviera a la bandera real de Luis XVIII y Carlos X, que era de fondo blanco con flores de lis («le drapeau blanc»).
Pero la opinión pública era contraria a esa bandera y si bien a principios de 1.873 tenía una cierta mayoría en la Asamblea esto fue cambiando con el paso del tiempo y en 1.875 los republicanos alcanzaron la mayoría de los escaños, con lo que lograron aprobar la «Enmienda Wallon» que instauró la III República de iure y las esperanzas del Duque de Chambord se esfumaron para siempre.
Al final muere en 1.885, sin descendencia, en Austria.
En 1915, el gobierno francés expropia la propiedad a los herederos del conde de Chambord, la familia Borbón-Parma, compensándola económicamente en 1930.
El solo residió en Chambord en 1.871 con ocasión de una corta estancia, 3 días, durante la cual escribió su famoso «Manifiesto de la Bandera Blanca», que le llevó a rechazar la tricolor y, por lo tanto, el trono.
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Castillo de Chenonceau
El Château de Chenonceau es también conocido como el «Castillo de las Damas», y non sin razón, ya que las mujeres han jugado un papel fundamental en la historia de este castillo, desde que fue construido en 1513 por Katherine Briçonnet (donde había una antigua fortaleza medieval), embellecido sucesivamente por Diana de Poitiers (amante de Enrique II) y por Catalina de Médicis (esposa del mismo Enrique II) y salvado de su destrucción por los revolucionarios por la Señora Dupin, sin olvidarnos de Marguerite Pelouze, que en el siglo XIX gastó una fortuna en la restauración de Chenonceau. Y muchas más mujeres como os contaremos más adelante, cuando os hablemos de la historia de Chenonceau.
Este castillo se encuentra sobre el río Cher, en la localidad de Chenonceaux a unos 33 kilómetros de Tours. Si algo lo caracteriza es su elegante diseño y sus impresionantes jardines.
El Château de Chenonceau es propiedad desde el año 1.913 de la familia Menier, una rica familia dueña de un emporio de chocolates, «Chocolates Menier», marca que desde 1.965 ya no pertenece a la familia y desde 1.996 está integrada en la multinacional Nestlé.
Es el Monumento Histórico en manos privadas más visitado de toda Francia, e incluye varios jardines, un parque y una plantación vitivinícola.
Precio de las entradas
El precio de la entrada en julio de 2023 era de 15,50 €, y gratis para los menores de 6 años, entre 7 años y 18 años, el precio era de 12,50 €. Para ver precios actualizados, ya que suelen variar cada año, os dejamos el enlace a la web oficial del Château de Chenonceau.
Horario (julio 2023):
El Château de Chenonceau se encuetra abierto todos los días del año .
Nosotros lo visitamos en verano, en la fecha del horario más extenso, pura temporada alta la que va del 8 de julio al 27 de agosto, los horarios son de 9 a 18 horas. El resto del año son horarios más reducidos. Como en muchos lugares, el último acceso es media hora antes del cierre.
Para ver horarios actualizados os dejamos el enlace a la web oficial del Château de Chenonceau.
Un poco de historia
Aunque ya os contamos al principio un poco de la historia de Chenonceau, os vamos contar, lo más resumido que podamos, algo de la historia de este Château y por qué es conocido como el «Castillo de las Damas»:
En este lugar se levantó una fortaleza en la Edad Media que fue destruida a principios del siglo XV, todo esto cambia cuando Katherine Briçonnet, esposa del secretario de finanzas del poderoso Francisco I, Thomas Bohier, decide convertir la ruinosa fortaleza medieval en un elegante edificio en 1.513.
Pero Thomas Bohier es acusado, en 1535, del desfalco de las arcas de la corona, así las cosas el monarca decide recuperar la propiedad de Chenonceau para la corona como pago de las deudas.
Uno de los puntos claves de la historia de Chenonceau se produce cuando Enrique II, casado con Catalina de Médici, decide entregarle el Château de Chenonceau a su favorita, Diana de Poitiers, en vez de a la reina, Catalina; Diana lo reformó, creo un jardín, que lleva su nombre en la actualidad y construyó el puente sobre el río Cher. Allí vivió y atrajó a muchos poderosos y artistas, hasta que en 1559 Enrique II muere después de clavarsele, accidentalmente, una lanza en un torneo.
Al morir Enrique II, su mujer, la reina Catalina de Médici toma venganza y aleja a Diana de Poitiers de Chenonceau enviándola al Château de Chaumont-sur-Loire. Con Catalina se levanta la galería sobre el puente de Diana y se crea un jardín en el lado opuesto al jardín de Diana.
Otra dama que vivió aquí fue la reina Luisa de Lorena, que se había casado con el rey Enrique III, hijo de Catalina de Médici; éste reinaba en Francia desde 1575 pero en venganza por el asesinato, en Saumur, del Duque de Guisa, promovido por Enrique III, un fraile dominico (Jacques Clement) asesina a Enrique III en 1589.
Tras el asesinato Luisa de Lorena se retira a Chenonceau y, en señal de luto, se viste de blanco, por lo que es conocida como la «Dama de Blanco» y casi no sale de su aposento, un aposento en el que domina el color negro y con símbolos de duelo, que aún hoy en día impresiona cuando lo visitas. Con la muerte de Luisa de Lorena en 1601 finaliza la presencia real permamente en Chenonceau.
Y siguiendo con la relacion de Chenonceau con las mujeres, una habitación está dedicada a las hijas y nueras de Catalina de Médicis, «La chambre des cinq Reines» (La habitación de las cinco reinas): María Estuardo, Margarita de Valois, Luisa de Lorena, Isabel de Austria e Isabel de Valois.
Acaba la presencia real pero no la relación de las mujeres con Chenonceau, así en el siglo XVIII, un financiero, Claude Dupin adquiere Chenonceau en 1733, pero el papel relevante lo juega su mujer, Louise Dupin, dama de la Ilustración, quien recibió en Chenonceau, en su célebre salón literario, a los más grandes eruditos, filósofos y académicos franceses. Esta mujer excepcional salvará a Chenonceau de su destrucción durante la Revolución Francesa.
Otra mujer, Madame Pelouze, nacida Margaret Wilson, gastó una fortuna en su restauración, entre 1867 y 1878, antes de que un escándalo financiero la llevara a la ruina… y a la dimisión del cuarto presidente de la República Francesa, Jules Grévy, tras la malversación de fondos por parte de su yerno Daniel Wilson, hermano de Madame Pelouze.
Así las cosas, en 1913, Henri Menier, un magnate gracias a su emporio de «Chocolates Menier», lo compra y lo abre al público.
A su muerte, su hermano Gaston, diputado y luego senador progresista, transformó Chenonceau en un hospital militar durante la Gran Guerra. Cubre todos los gastos de funcionamiento, como en Noisiel, sede de la chocolatería Menier, donde instala un segundo hospital.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la gran galería de Chenonceau se convirtió en el único acceso a la zona libre, la familia Menier facilitó entonces el paso clandestino de todos los que huían de la tiranía nazi. El presidente estadounidense Harry Truman lo convirtió en el lugar de su primera visita a Francia.
Actualmente, Chenonceau, sigue siendo propiedad de la familia Menier, que ya no es dueña de la marca de chocolates desde 1965.
Visita al interior del Château de Chenonceau
Al entrar en el Château de Chenonceau lo primero que ves es un impresionante puerta de madera de la época de Francisco I, una vez pasamos la puerta y ya en el interior nos dirigimos a la Capilla para continuar hacia los aposentos de Diana de Poitiers, como os decíamos, la favorita de Enrique II. Luego, a través de un pequeño pasadizo, nos dirigimos hacia la Galería, levantada en la época de Catalina de Médici sobre el antiguo puente que hizo construir Diana de Poitiers en su día. Esta galería fue lugar de fiestas y reuniones en la época de Catalina y, luego, en la Gran Guerra sirvió de hospital, como os comentabamos más arriba.
En el interior nos llamó, y mucho, la atención el Salón de Luis XIV, donde hay un retrato del Rey Sol de gran tamaño. Continuamos hacía la habitación de las cinco reinas, que recibe ese nombre por las dos hijas y tres nueras de Catalina de Médici que llegaron a ser reinas, una habitación en la que destaca la chimenea y la cama con baldaquino de color rosa.
En el aposento de Catalina de Médici nos llamó la atención su techo artesonado en las que aparecen las iniciales de Catalina «C» y Enrique «H» en una posición relevante. Al quedar viuda, se vino a Chenonceau y desde aquí dirigió el reino.
A continuación vimos las habitaciones de Cesar Vendôme y de su madre, Gabriela de Estrées, favorita de Enrique IV, en las que destacan sus tapices de Bruselas.
Y llegamos a la habitación que más nos impresionó, los aposentos de Luisa de Lorena, la «Reina Blanca», vestía de blanco, el símbolo de luto de las reinas de Francia. Impresiona el color negro y los símbolos de duelo en el techo (lágrimas, coronas de espinas, las iniciales de los dos entrelazas,..) y la vida de Luisa entre estas paredes al enviudar de Enrique III, al ser este asesinado por el monje Jacques Clement, tras haber promovido Enrique III el asesinato del Duque de Guisa, en el Château de Blois.
Visita al exterior del Château de Chenonceau
En Chenonceau, según llegas te encontrarás con un aparcamiento gratuito, y luego pasarás la zona de entrada, el bosque y pasando ese bosque, a mano izquierda tienen una zona para merendar cubierta y servicio de restauración.
Una vez entras al complejo lo que más llamará vuestra atención, aparte del propio castillo, son los jardines, entre los que destacan los de Diana de Poitiers y Catalina de Médici.
Los Jardines de Diana de Poitiers se encuentran a la izquierda según te dirijes al castillo, es más imponente que el Jardín de Catalina de Médici y desde él se contempla la fachada este del Château de Chenonceau.
Dos caminos perpendiculares y dos diagonales delimitan ocho grandes triángulos de césped decorados con delicadas volutas de santolinas. Actualmente, en el centro del jardín hay una fuente con un chorro de agua, tal como estaba en la época de Diana de Poitiers.
Una de sus características más notables son las terrazas elevadas, que protejen al jardín de las inundaciones del Cher y que están adornadas con cuencas con arbustos que marcan los parterres. En este jardin, en verano, florecen más de un centenar de hibiscos. Es un jardín de trazos geométricos en los que dos caminos perpendiculares y dos diagonales delimitan ocho zonas ajardinadas.
El Jardín de Catalina de Médici es de diseño más clásico, más refinado, con un diseño de cinco paneles de cesped alrededor de una elegante estanque circular.
Este jardín se encuentra a mano derecha según nos dirigimos al castillo y desde él podemos contemplar la fachada oeste del Castillo.
Es más pequeño que el Jardín de Diana de Poitiers y de trazado más sencillo. Como ornamentación destacan las grandes bolas de boj recortado y los rosales trepadores adosados al muro de contención.
También llamó nuestra atención «el laberinto», situado a mano izquierda según entras a los terrenos del castillo, en un claro del bosque y el «huerto de las flores», donde encontrarás muchas plantas. Hay pequeños carteles que indican sus nombres y también hay un taller floral con magníficos ramos de flores, una visita obligada para los amantes de las plantas y los jardines. A continuación, puede continuar hacia «la granja» y la sorprendente «galería de carruajes», situada en los establos de «la granja» y donde podrás descubrir una colección de carruajes del siglo XIX.
Visitar Chenonceau de noche
Si váis visitar Chenonceau en verano os recomendamos hacer la visita nocturna, todo un espectáculo de luces y música clásica (Monteverdi, Haendel,…) que inunda los exteriores del Castillo; este fantástico espectáculo de luz y sonido os acompañara por el recorrido por los exteriores de Chenonceau. Impresionante y muy recomendable. Estar atentos a la web oficial del Castillo de Chenonceau, porque es ahí donde van programando las actividades, que van variando a lo largo del año. En cuanto al precio a nosotros nos costó 8 euros, pero para ver precios actualizados os recomendamos, como siempre, consultar la web oficial del Castillo de Chenonceau.
Ver Chenonceau sin pagar
Si no quieres acceder al interior del Castillo ni ver los jardines hay una opción para ver el Château de Chenonceau sin pagar la entrada. Te lo contamos.
Si pones el el buscador de Google Maps «Mirardor Château de Chenonceau», llegarás a un parking gratuito y caminando unos 200 metros te encontrarás con este mirador, que te ofrece unas preciosas vistas del castillo. A este mirador también puedes acceder desde dentro del Castillo.
Además si te encuentras en el mirador podrás ver la tumba de Madame Dupin, que se encuentra muy cerca y de la que os hablamos más arriba.
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Castillo de Villandry
Villandry es comprada por Jean Breton, ministro de Finanzas de Francisco I, quien levanta el último castillo renacentista del Valle del Loira.
Villandry se mantuvo tal como fue concebido mucho más tiempo que muchos castillos ya que su historia no tuvo grandes vaivenes, así su constructor, Jean Le Breton, no fue desposeído de sus bienes, como les paso a los dueños de Chenonceau o Azay-le-Rideau. Por este motivo Villandry, al no pasar nunca a manos de la realeza, no posee ese interés histórico que tienen otros castillos del Loira pero su verdadero encanto radica en la armonía de todo el conjunto, castillo y jardines.
La historia actual de Villandry comienza en 1.906, cuando la propiedad es comprada por Joachim Carvallo y Ann Coleman, una propiedad que llevaba abandonada unos años.
Pero, ¿quiénes son esta pareja que compra Villandry?
Pues él es un médico de origen español que esta casado con un una científica y rica heredera americana (del sector siderúrgico), Ann Coleman.
Desde que lo compran, Joachim Carvallo dedica el resto de su vida a la restauración de Villandry y hoy en día continua en manos de sus herederos.
El Château de Villandry fue abierto al público en el año 1.920, una vez restaurados los jardines del Renacimiento ya que Joachim Carvallo considera que si el castillo es renacentista los jardines lo deben ser también, como en sus orígenes, porque en el siglo XIX, el castillo era propiedad de la familia Hainguerlot, quienes habían trasformado el jardín en un parque romántico al estilo inglés.
Una de las zonas que más llamó nuestra atención fue el huerto decorativo, donde se cultivan hortalizas, árboles frutales y flores, una mezcla que nos sorprendió por su belleza.
Cada año se elabora un plan de cultivo para este huerto: en primavera (hortalizas y legumbres), en verano (alcachofas, berenjenas, albahaca, coles,…) y en sus bordes hay plantas que duran todo el año como begonias rojas, gallardias,…
Todo esto sin desmerecer la valoración de los jardines decorativos, entre ellos el jardin de las cruces, el jardin del amor, el jardin del agua, el jardín de los simples, el jardín del Sol y el jardín de la música.
Horarios y entradas al Château de Villandry
Los jardines están abiertos todos los días, durante todo el año.
El castillo está abierto del 4 de febrero al 12 de noviembre y luego del 2 de diciembre de 2023 al 7 de enero de 2024.
Los precios en el momento de nuestra visita eran 13 € (jardines y castillo) los adultos y gratis para los niños de menos de 8 años. A mayores, si te interesan, te alquilan las audiguías por 4 €.
Para ver información actualizada sobre horarios y precios consultar su web, Chateau de Villandry.
El interior del Château de Villandry
Aunque los jardines de Villandry se llevan la palma, merecidamente, tampoco deja de ser interesante visitar su interior, en donde destacan un fantástico techo artesonado, que Joachim Carvallo trajo de España (en concreto, de Toledo, del Palacio de los Duques de Maqueda, otra de las múltiples expoliaciones de nuestro patrimonio), una preciosa escalera estilo Luis XVI; y un gran colección de obras de pintores españoles reunidas por J. Carvallo y Ann Coleman. Aunque su encanto radica en que es un castillo en el que siguen viviendo sus propietarios (por eso no se pueden visitar todas las estancias) y que le da a las estancias un tono muy familiar, aunque cada una de ellas recree una época determinada. Además hay unas vistas impresionantes del jardín y sus alrededores desde las terrazas y ventanas del château.
Galería de fotos del interior del Château de Villandry
Castillo de Azay-le-Rideau
El Castillo de Azay-le-Rideau es un excelente ejemplo de arquitectura renacentista, fue levantado entre los años 1.528 y 1.523 por un banquero del Rey Francisco I. Fue construido en el lugar ocupado por un antiguo torreón, quemado en venganza por el futuro Carlos VII (el de Juana de Arco), donde además fueron pasados a cuchillo 350 hombres de la guarnición del torreón, en el año 1.418; motivo por el cual al pueblo se le llamó durante mucho tiempo Azay-le-Brülé («Azay el Quemado»).
Este Castillo es reconocido por su elegante arquitectura y su ubicación, entre dos brazos del río Indre, reflejandose en el agua que parece envolverlo, generando una imagen impresionante.
La más bella definición del Castillo de Azay-le-Rideau la dió Honoré de Balzac, quien en su novela «Le Lys» lo evocó con está descripción: «…, admiré por primera vez el castillo de Azay, un diamante facetado engarzado en el río Indre, montado sobre pilotes enmascarados por flores«.
En una visita al Castillo de Azay-le-Rideau, hay varias cosas que puedes ver y hacer:
En primer lugar, apreciar la bella arquitectura del castillo del Castillo de Azay-le-Rideau, este es un ejemplo impresionante de arquitectura renacentista francesa. Su fachada es particularmente notable, con detalles decorativos, torres elegantes y una fachada de piedra